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¿Qué son los trastornos alimenticios (TCA)? Estos son entendidos como una patología donde el individuo tiene creencias negativas sobre su imagen corporal y la comida, que vienen acompañadas de comportamientos de restricción de ingesta, atracón, o expulsión de los alimentos. Sin embargo, aunque el foco siempre se ha puesto en estos aspectos, lo cierto es que hay algo mucho más profundo que comparten las personas con un TCA, y es el alto nivel de autoexigencia y la necesidad de control.
La quinta edición del manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM-V) registra la existencia de los siguientes tipos de trastornos alimenticios:
Las causas más comunes que, al entrar en interacción, pueden desembocar al desarrollo de un TCA, son las siguientes:
Diferentes factores biológicos como la predisposición genética (historial de familias con problemas para perder o ganar peso), disfunciones neuroendocrinas, problemas en el metabolismo basal o alteraciones en el sistema inmunológico pueden relacionarse con la aparición de los TCA.
Entre los factores sociales que influyen en el desarrollo de los TCA encontramos
Los factores psicológicos son cruciales para entender el desarrollo de los TCA, entre ellos encontramos:
Las personas que sufren problemas alimentarios han estado expuestas a situación de bullying, a padres excesivamente críticos o a abusos sexuales, es decir, situaciones muy ambivalentes y llenas de descontrol.
En general, se produce una asociación entre malestar y no control, por tanto, ahí surge la necesidad de controlarlo todo.
En esas situaciones extremadamente vulnerables, la persona desarrolló un mecanismo de defensa para poder sobrellevar todo el malestar, es decir, evitar contactar con nuestro yo más débil y vulnerable.
Cuando esa persona se hace adulta, ha cronificado esta forma de actuar, y en cuando aparecen situaciones de descontrol, la forma de sentir que tiene el control surge de muchas maneras, y en este caso, es a través de la comida, con el fin de compensar.
A su vez, esto acaba generando un alto nivel de autoexigencia, autocrítica y culpa, nuevamente como intento de controlar y dar sentido a lo que está pasando, evitando así que aparezca esa parte vulnerable que nunca fue atendida, y que nuestra atención esté en el autocastigo.
Las personas con un TCA emocionalmente han asociado la vulnerabilidad al dolor, y por tanto rechazan esta parte de sí mismas, tapándolas con capas y capas de autocrítica y control. Es necesario que muestres una apertura a tu vulnerabilidad, y que le des el espacio y el cuidado que nunca nadie le dio antes, ya que el vernos vulnerables es lo que nos moviliza al cambio.
Verte vulnerable implica además abrazar a esa niña interior no atendida en la infancia, que igual necesitaba un abrazo o que sus seres queridos le asegurasen que todo iba a ir bien. Esa niña necesitaba sentirse segura, e igual así no hubiera necesitado desarrollar un método para sentir que tenía un falso control sobre sus emociones y lo que pasaba en el caos de su mundo.
Dar paso a esta parte vulnerable no es fácil, especialmente teniendo en cuenta que toda tu vida has desarrollado formas de evitar contactar con ella. Por eso, si entra dentro de tus posibilidades, lo mejor es que acudas a alguien que te acompañe y te sostenga en tu proceso de acompañar a tu niña interior, y, sobre todo, que ese alguien no solo vea tu problema con la comida, sino tu dolor, tus sentimientos de soledad, y te vea a ti como una persona, no como una etiqueta.