Tabla de contenidos
La depresión es uno de los trastornos con más prevalencia en nuestra sociedad. Padecerla implica sufrir un deterioro funcional, acompañado de una sensación de tristeza y desesperanza. Entre los diferentes tipos de depresión encontramos la depresión crónica, en la que profundizaremos a continuación.
La depresión crónica, también llamada distimia o trastorno depresivo persistente, es un trastorno depresivo en el que la persona se encuentra la mayor parte del tiempo triste y cansada. Si bien sus síntomas no son tan graves como, por ejemplo, los del trastorno depresivo mayor, estos se caracterizan por su larga persistencia en el tiempo.
Vivir con depresión crónica implica experimentar diversos síntomas:
Si crees que padeces depresión crónica, es muy posible que te veas reflejado en estos síntomas. Padecerla, además, genera una sensación de estar “estancado” y una incapacidad de disfrutar o encontrar placer en cosas que antes lo producían.
Conocer tus heridas no sanadas. La depresión es una reacción de nuestro organismo que sirve para protegernos de un dolor mucho más profundo, el cual conforma la raíz del problema. Ese dolor es diferente en cada persona, y suele estar vinculado a heridas profundas del pasado que no han sanado correctamente.
Ejemplos de heridas bloqueadas:
Trabajar el bloqueo emocional. Una vez identificado lo anterior, uno debe estar dispuesto a transitar por esas heridas, lo cual no siempre es fácil, ya que elementos como la depresión crónica aparecen para evitar que contactemos con ellas.
Buscar espacios donde expresar tu dolor y tus necesidades. Ya sea a través de psicoterapia o en tus círculos más cercanos, es importante que busques apoyo de personas en las que puedas confiar y que te ayuden a generar un espacio en el que volcar tu dolor y tu malestar, pues el hecho de compartir lo que realmente te duele es en sí, terapéutico.
Identifica si la vida que tienes, con y sin tristeza, es la vida que querías tener. En depresión crónica, la persona se machaca a sí misma por no cumplir con las expectativas de lo que “debería” ser. En este sentido, ayuda cambiar el foco a otro tipo de cuestiones. ¿Realmente esta es la vida que quería para mí? ¿Es aquí donde quiero estar o donde otros quieren que esté? A lo mejor debajo de esa falta de motivación se encuentra una profunda tristeza porque las cosas que crees que “debes” hacer carecen de significado para ti. Saber esto puede ayudarte a empatizar contigo y darle un significado a tu malestar.
Pon límites a tu voz crítica. La depresión crónica siempre conlleva un fuerte componente crítico, donde la persona se culpa por no hacer cosas, aumentando la sensación de frustración y tristeza con uno mismo. Identificar esa parte crítica es un buen punto de partida para empezar a ponerle límites. Esto, además, implica ver el cómo te hablas y como te tratas a ti mismo, facilitando el ponerle freno, fomentando la autocompasión y el autocuidado.