Depresión crónica: síntomas y cómo tratarla

12 Jul 2024

La depresión es uno de los trastornos con más prevalencia en nuestra sociedad. Padecerla implica sufrir un deterioro funcional, acompañado de una sensación de tristeza y desesperanza. Entre los diferentes tipos de depresión encontramos la depresión crónica, en la que profundizaremos a continuación.

¿Qué es depresión crónica?

La depresión crónica, también llamada distimia o trastorno depresivo persistente, es un trastorno depresivo en el que la persona se encuentra la mayor parte del tiempo triste y cansada. Si bien sus síntomas no son tan graves como, por ejemplo, los del trastorno depresivo mayor, estos se caracterizan por su larga persistencia en el tiempo.

Cómo es vivir con depresión crónica

Vivir con depresión crónica implica experimentar diversos síntomas:

  • Alteración en el apetito (pérdida de hombre o sobreingesta de comida) y dificultades para dormir.
  • Cansancio y sensación de fatiga constante.
  • Problemas en el autoconcepto y la autoestima que afectan a la motivación para querer hacer cosas.
  • Dificultades para concentrarse o tomar decisiones, lo que deteriora el funcionamiento del día a día, creando una sensación de enfado con uno mismo.
  • Sensación de abatimiento y desesperanza, en el que la persona no confía en que la situación vaya a mejorar.

Si crees que padeces depresión crónica, es muy posible que te veas reflejado en estos síntomas. Padecerla, además, genera una sensación de estar “estancado” y una incapacidad de disfrutar o encontrar placer en cosas que antes lo producían.

Cómo tratar la depresión crónica y evitar episodios futuros

Conocer tus heridas no sanadas. La depresión es una reacción de nuestro organismo que sirve para protegernos de un dolor mucho más profundo, el cual conforma la raíz del problema. Ese dolor es diferente en cada persona, y suele estar vinculado a heridas profundas del pasado que no han sanado correctamente.

Ejemplos de heridas bloqueadas:

  • Una herida de abandono que me hace estar triste por sentir que no soy capaz de vincularme con otras personas, y por tanto, por miedo al juicio o al rechazo, me aíslo del mundo.
  • El haber tenido unos padres exigentes hace que hoy en día sea extremadamente crítico conmigo mismo, y es esa crítica la que no me deja disfrutar, ya que siento que nada es suficiente.
  • El haber sufrido acoso escolar en la infancia me hace sentir que soy una persona débil y vulnerable, lo cual hoy en día me hace estar mal ya que siento que todo el mundo va a hacerme daño.

Trabajar el bloqueo emocional. Una vez identificado lo anterior, uno debe estar dispuesto a transitar por esas heridas, lo cual no siempre es fácil, ya que elementos como la depresión crónica aparecen para evitar que contactemos con ellas.

Buscar espacios donde expresar tu dolor y tus necesidades. Ya sea a través de psicoterapia o en tus círculos más cercanos, es importante que busques apoyo de personas en las que puedas confiar y que te ayuden a generar un espacio en el que volcar tu dolor y tu malestar, pues el hecho de compartir lo que realmente te duele es en sí, terapéutico.

Identifica si la vida que tienes, con y sin tristeza, es la vida que querías tener. En depresión crónica, la persona se machaca a sí misma por no cumplir con las expectativas de lo que “debería” ser. En este sentido, ayuda cambiar el foco a otro tipo de cuestiones. ¿Realmente esta es la vida que quería para mí? ¿Es aquí donde quiero estar o donde otros quieren que esté? A lo mejor debajo de esa falta de motivación se encuentra una profunda tristeza porque las cosas que crees que “debes” hacer carecen de significado para ti. Saber esto puede ayudarte a empatizar contigo y darle un significado a tu malestar.

Pon límites a tu voz crítica. La depresión crónica siempre conlleva un fuerte componente crítico, donde la persona se culpa por no hacer cosas, aumentando la sensación de frustración y tristeza con uno mismo. Identificar esa parte crítica es un buen punto de partida para empezar a ponerle límites. Esto, además, implica ver el cómo te hablas y como te tratas a ti mismo, facilitando el ponerle freno, fomentando la autocompasión y el autocuidado.