¿Te cuesta pedir perdón? Entiende los motivos

El proceso de disculparnos puede ser difícil si de pequeños hemos sido personas muy castigadas o rechazadas cuando cometíamos un error: al pedir perdón estamos reconociendo un fallo, y nuestro sistema emocional lo ve como algo amenazante, ya que solía venir acompañado de una reacción por parte del otro que nos generaba mucho dolor. De ahí que aunque aparentemente es fácil pedir perdón, en muchos casos es complicado.

¿Es fácil pedir perdón?

La mayoría de las personas suelen aprender a pedir perdón en la infancia, y es algo que hacemos para reconocer el error, empatizar con el dolor del otro y tratar de reparar el daño provocado.

Cuando no se nos ha enseñado o, sobre todo, nos da mucho miedo por malas experiencias pasadas, es normal que nos cueste hacerlo, aunque racionalmente entendamos que deberíamos hacerlo… De hecho, hay veces que si no se abordan las heridas emocionales de esas experiencias es prácticamente imposible poder hacerlo, así que no hay que poner tanto el foco en cómo pedir perdón o las formas de pedir perdón sino en qué emociones y experiencias me lo hacen tan difícil y poder resolverlas con una terapia que intervenga especialmente en las emociones.

¿Hay que pedir perdón siempre?

Más allá de saber pedir perdón es importante plantearnos si este es realmente sincero.

Otra idea importante es plantearnos si debemos pedir perdón siempre. Es cierto que cuando nos disculpamos de forma sincera hay importantes beneficios psicológicos y puede ayudarnos a reparar una relación, pero es importante que seamos conscientes de si lo que nos mueve a querer aprender a pedir perdón o explorar las formas de pedir perdón es el miedo al conflicto, la dependencia emocional, temer ser rechazados o una sensación de culpa o vergüenza interna permanente, que tratamos de evitar pidiendo disculpas.

Recuerda que siempre, lo más importante es ser leal a ti y actuar de forma coherente con tus emociones, aunque eso implique rechazo, conflicto o crítica de otras personas que te importan y que por tanto te va a doler. El amor propio y el respeto hacia uno mismo muchas veces implica asumir cosas difíciles.

Consejos para aprender a pedir perdón

Para que una disculpa sea eficaz, suele ser necesario que incluya una serie de elementos, ya que, de lo contrario, es fácil que sea percibido como una serie de palabras vacías.

Aquí tienes algunos puntos clave para saber pedir perdón:

En primer lugar y lo más importante es que el perdón sea sincero y venga porque nos arrepentimos del dolor causado en el otro. Para ello tratar de empatizar es un factor clave, y puede ser muy útil preguntarnos “¿cómo he hecho sentir al otro? ¿qué debe ser lo que más le duele?” Esto además de ayudar a conmovernos nos puede servir para identificar lo que más puede haber dolido al otro y saber que ahí es especialmente importante hacer hincapié.

En segundo lugar, hemos de entender que las disculpas no valen tal cual, sino que hemos de hacerle ver al otro que entendemos lo que le ha hecho daño y reconocerle que estuvo mal, por lo que tiene derecho a sentirse así. Frecuentemente se pide perdón a la vez que se le quita hierro a lo sucedido, lo que hace que sea ineficaz.

En tercer lugar, el perdón ha de ir acompañado de un intento de reparación o de compensación por el daño causado (ofrecer un plan alternativo otro día, ayudar a algo que es importante para el otro, poner en marcha una acción que amortice el dolor provocado…). Es más fácil ser perdonado si somos proactivos y logramos disminuir el dolor causado, además de demostrar una implicación sincera más allá del típico “lo siento”.

Finalmente y en cuarto lugar, es importante que no planteemos nuestra petición de perdón como una exigencia: el otro tiene el derecho de perdonarnos o no, y no debemos querer forzar sus tiempos, si está dolido es normal que necesite un espacio para reflexionar y tomar esa decisión, por lo que si le forzamos a ello, puede sentirse doblemente agraviado. Recuerda que pasar página excesivamente rápido suele ser algo que hacemos más para evitar el malestar que otra cosa.

Aunque no hay garantías porque perdonar depende del otro, estos puntos son lo que garantizan que es la forma de pedir perdón más eficaz y empática posible.

Frases para pedir perdón

Aunque cada tema es único, así como las personas implicadas, aquí tienes algunas ideas de qué incluir o hacer hincapié al disculparte en situaciones frecuentes si no sabes cómo pedir perdón:

A un familiar o amigo

Centrarte en la importancia que tiene ese vínculo para ti, ya que suele darse por hecho o no se recuerda con frecuencia.

A tu pareja

Expresar el miedo a perder a la otra persona, cómo queremos estar en su vida para aportarle bienestar y la sensación de contradicción y conflicto interno que nos genera el haber hecho lo contrario.

A algún compañero de trabajo

Evidenciar el interés en querer superar el problema para poder seguir trabajando con normalidad. Señalar que hay un malestar por haberle hecho daño al otro más allá de las implicaciones laborales.

Trastorno por atracón: causas y cómo tratarlo

El trastorno por atracón se caracteriza por una ingesta de grandes cantidades de comida, más de lo que sería habitual en la persona, y de una forma compulsiva. A diferencia de trastornos como la bulimia o la anorexia nerviosa, en donde también se lleva a cabo una conducta desmedida en la ingesta de alimentos, tanto en exceso como en defecto, respectivamente, el trastorno por atracón no suele tener una conducta compensatoria tras la ingesta, como podría ser la purga (vómitos, laxantes…). También es importante diferenciar un atracón puntual, como podemos llevar a cabo en ciertas ocasiones como en celebraciones en donde podemos comer más de lo que comeríamos, de ciclos de atracones continuos, lo que conlleva unas consecuencias como un sentimiento de vergüenza o una falta de control al respecto.

¿Qué es el trastorno por atracón?

Podríamos definir el trastorno por atracón como una manifestación de un desequilibrio de la propia persona a nivel tanto personal como emocional, que la lleva a utilizar la comida como un ansiolítico o incluso una forma de evitar ciertas situaciones o experiencias en su vida. Se trata de un reflejo de las necesidades emocionales insatisfechas y los conflictos internos de la persona, más allá de una simple disfunción alimentaria.

Carl Rogers, en su teoría del yo, planteaba que cuando las personas experimentan incongruencia entre su yo real (lo que yo soy) y su yo ideal (lo que yo debería ser), pueden desarrollar comportamientos desadaptativos, como los atracones.

¿Por qué se dan estos atracones de comida?

Es común pensar en estas personas como personas muy preocupadas por el aspecto físico, principalmente con verse más delgadas o, lo que sería más correcto, no verse gordas. Pero hay algunos factores más profundos que subyacen en estos casos.

Por un lado, una gran necesidad de control. Probablemente recurrir a la comida puede ser un método de control frente a situaciones que no podemos controlar o que pueden ser desbordantes para nosotros. De esta forma, la persona puede controlar todas las posibilidades, ya que compra el tipo de comida que quiere, elige el momento y el lugar en el que lo hace y prepara todo lo necesario para realizar el atracón. Y todo esto genera una sensación de satisfacción, eso sí, todo hay que decirlo, esta sensación de satisfacción es solamente temporal, pues lo único que se consigue con este control es poder desconectar del miedo que genera enfrentar eso que está ocurriendo en su vida y a lo que no quiere mirar de frente.

Por otro lado, una autoexigencia con uno mismo desmesurada, en donde la persona se castiga y fustiga incesantemente porque no consigue alcanzar los criterios establecidos por uno mismo, criterios que suelen ser poco realistas y prácticamente inalcanzables, lo que desemboca en un agotamiento y una sensación de inutilidad real para la persona, ya que “nunca soy lo suficientemente bueno”.

El psicólogo Abraham Maslow sugería que la autoexigencia puede derivar de la no satisfacción adecuada de una de las necesidades básicas, como son la seguridad emocional o la pertenencia, razón de más para pararnos a mirar y reflexionar sobre lo que está pasando en nuestra vida.

De cualquier forma, lo que se pretende con todo esto es tapar lo que duele, no sentir el miedo, la vulnerabilidad, el rechazo o la ansiedad, reprimiendo ciertas emociones demasiado insostenibles, ya que, al no abordar la raíz del problema, el ciclo de conductas desadaptativas se va perpetuando hasta convertirse en la única forma que conoce la persona para poder sentirse (temporalmente) en calma.

Consecuencias del trastorno por atracón

Como se ha mencionado anteriormente, existe una incongruencia interna en la persona, esta incongruencia genera dos respuestas totalmente naturales, que son la culpa y la vergüenza. Por un lado, la culpa suele aparecer tras el episodio de atracón, cuando la persona siente que, tras todo lo elaborado del proceso, ha sido incapaz de controlar esta acción una vez más. Por otro lado, la vergüenza aparece cuando la persona recapacita y se plantea la realidad de sus acciones. Ambas respuestas tienen en común una posible desconexión entre sus acciones y lo que realmente quieren hacer, es decir, la parte más congruente con uno mismo.

También existe una falta de compasión hacia nosotros mismos. Al realizar estas conductas, aparece una experiencia emocional profunda y compleja relacionada con no merecer no ser digno de cariño, cuidado o comprensión, volviendo nuevamente a no ser lo suficientemente bueno, lo que desemboca en un autocastigo que refuerza el ciclo de culpa y vergüenza.

En muchas ocasiones, estas conductas se llevan de forma oculta, sin que nadie de su entorno sepa la realidad de la persona. Esto puede generar un sentimiento de soledad en la situación que está viviendo pues, al no poder compartir el problema, no tengo quien me acompañe en mi dolor.

Al mismo tiempo, la persona intenta suprimir o evitar experimentar ciertas emociones, lo que lleva a una represión emocional que, no solo no hace que las emociones que no se quieren sentir no desaparezcan, sino que genera que se manifiesten de otras formas, como una rabia desadaptativa, ansiedad o el tema que aquí nos trae, atracones con la comida.

Otra consecuencia importante sería el aislamiento social, en donde la persona se desconecta de su grupo social, perdiendo las relaciones importantes. La percepción de falta de comprensión y apoyo puede incrementar este aislamiento por parte de la persona afectada.

La pérdida de funcionalidad en el ámbito laboral también es una consecuencia seria e importante, principalmente si el problema incide en la realización de las tareas básicas que debe desempeñar la persona en su puesto de trabajo, pudiendo peligrar llegado a un momento dado.

Finalmente, pero no menos importante pueden aparecer enfermedades más médicas relacionadas como la hipertensión, la diabetes o riesgos cardiovasculares.

Tratamiento del trastorno por atracón

Por un lado, sería interesante identificar qué es lo que ocurre en mi vida cada vez que aparece el impulso del atracón. Muchas veces realizamos patrones sin siquiera darnos cuenta que desembocan en una misma acción que nos genera cierto bienestar. Si he tenido un mal día en el trabajo, si he tenido que enfrentarme con esa persona con la que tengo problemas, si he tenido que hacer algo que siento que tengo que hacer, pero que me está generando un gran malestar… Situaciones o momentos que hacen que me desestabilice y necesite buscar cierta calma, en este caso, a través del atracón. Para ello, realizar registros de qué está ocurriendo y cómo me siento en cada momento o, de ser posible, poder expresarlo a alguien cercano que pueda sostener y validar lo que estamos sintiendo.

Por otro lado, poder desarrollar una mayor comprensión y aceptación de uno mismo, pudiendo así ayudar a satisfacer las propias necesidades emocionales sin necesidad de llegar al acto compulsivo del atracón.

Otro punto importante es la red social de la que disponemos. Como se ha comentado anteriormente, es posible que estemos viéndonos cada vez más aislados, poder acogernos a personas con las que podamos contar, entender que pedirles ayuda es una elección y que está en nuestra mano, sentir que no pasamos por esto solos y que junto a alguien que marea por ti es más sencillo seguir adelante.

Finalmente, si te sientes identificado y no encuentras la forma de poder salir de esta situación, decirte que es posible, que hay una vía de escape, una salida hacia una forma más libre de vivir. La libertad de elección no ha de ser un lujo. No estás atrapado, y sí, tu problema tiene una solución, y la primera elección hacia un cuidado propio puede comenzar pidiendo ayuda.

Como el gran Viktor Frankl dijo: «Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino».

Dependencia emocional: qué es y cómo se trata

La dependencia emocional es algo que suele aparecer en las relaciones de pareja. Sentir dependencia implica una necesidad excesiva de valoración externa, lo que puede llevar a tener relaciones desequilibradas. La dependencia emocional suele estar unida a la creencia de que no puedo sostenerme por mí mismo/a. Cuestionar esas creencias a través de la terapia es una de las cosas que podemos hacer para trabajarla.

¿Qué es la dependencia emocional?

Lo más obvio de la dependencia emocional es un patrón de comportamiento basado en la búsqueda constante de aprobación, dificultad para tomar decisiones, o comportamientos de sumisión y/o celos.

A nivel interno es posible que exista un miedo profundo a la soledad así como sentimientos de inseguridad y baja autoestima. Todo esto que sucede a nivel interno (intrapsíquico) es muy importante tenerlo presente a la hora de abordarla.

Síntomas de la dependencia emocional

¿Cómo saber si tengo dependencia emocional? ¿Resuena en ti lo leído hasta ahora?

Si además de lo leído, sacrificas tus propias necesidades, idealizas a la pareja, sientes necesidad constante de contacto o preocupación excesiva por la relación, es posible que sufras de este tipo de dependencia.

También es importante decirte que sufrir de dependencia emocional no implica que no puedas salir de ahí. Los psicólogos tenemos que usar con mucha cautela este tipo de etiquetas, pues éstas son sólo puntos de partida desde donde trabajar. El mapa nunca es el territorio ni la etiqueta eres tú.

Casos más comunes en los que se depende emocionalmente

Aunque cuando generalmente hablamos de dependencia emocional, hablamos de dependencia emocional en pareja, también puede darse en otros contextos como las relaciones familiares, relaciones laborales, amistades o relaciones de cuidado. Algunos de los casos más comunes son: experimentar dudas continuas sobre decisiones triviales, aguantar una relación dañina por miedo a la soledad o cancelar planes personales por complacer a terceros.

Es importante entender la dependencia como un patrón de conducta que está en la persona, por lo que puede generalizarse a otros contextos relacionales.

¿Se puede superar la dependencia emocional?

Por supuesto que se puede superar y trabajar la dependencia emocional. Es posible que en algunas circunstancias sea necesario trabajarla a través de un proceso de psicoterapia.

Cuando se trabaja la dependencia en terapia, lo primero que hacemos es hacer un repaso a lo biográfico. La dependencia emocional es algo que se ha ido construyendo a lo largo de la vida, en especial en los primeros años del desarrollo. Entender porqué sufro de esa dependencia y de qué manera se fue formando en mí es esencial para trabajarla.

No hay una única receta para todo el mundo a la hora de trabar la dependencia. En función de las circunstancias de cada persona, el trabajo psicoterapéutico va en una dirección o en otra. Y a la vez decirte que las propuestas para trabajarla suelen ir en la dirección del autocuidado, la autocompasión, la expresión emocional y la comunicación de límites saludables.

Eneagrama de la personalidad, qué es y eneatipos

¿Alguna vez escuchaste hablar del eneagrama? Quizás en algún momento oíste expresiones del tipo “Es que como soy un uno, entonces…”, o quizás fuiste etiquetado en algún momento con algún otro número. Si es así es muy probable que esa persona se estuviera refiriendo al eneagrama.

¿Qué es un eneagrama de la personalidad?

El eneagrama de la personalidad es un mapa en el que se clasifican 9 tipos de personalidad con 3 subtipos por cada tipo. Así que en total estaríamos hablando de 27 formas de lidiar con el mundo.

El origen de este mapa no queda del todo claro, aunque parece que proviene de ciertas tradiciones místicas de medio oriente. La primera persona que hizo un uso del eneagrama relacionado con la personalidad fue Óscar Ichazo quien a su vez le transmitió el mapa a Claudio Naranjo, un conocido psiquiatra chileno. Es a partir de Claudio Naranjo que se populariza hasta llegar a día de hoy, donde cada vez es más conocido.

9 tipos de personalidad o eneatipos

Según el eneagrama hay 9 tipos de personalidad se representan en un mapa circular y se divide en 3 triadas:

tipos de personalidad o eneatipos

  • La triada visceral (o de acción), en donde está el carácter lujurioso (8), el carácter perezoso (9) y el carácter perfeccionista (1).
  • La triada emocional recoge el carácter orgulloso (2), el carácter vanidoso (3) y el carácter envidioso (4).
  • La triada intelectual recoge el carácter avaricioso (5), el carácter miedoso (6) y el carácter goloso (7).

Es probable que pienses que son descripciones no muy amables y que también hayas leído en otros lugares una clasificación distinta, con palabras más suaves que señalen los aspectos positivos del carácter. Este es el llamado “eneagrama rosa”.

El motivo por el que la manera de llamar a los eneatipos suena tan cruda es porque este mapa en su esencia sería ni más ni menos que un mapa de la neurosis: es decir, de los aspectos menos sanos de nuestra personalidad y que nos generan sufrimiento. Este sería el mapa original de Claudio Naranjo.

Según esta visión, ser consciente del talón de Aquiles de cada quién, sería la mejor forma de ponerle remedio: una vez descubierto el veneno se sabe el antídoto. Esto tendría que ver con el cultivo de las virtudes de cada eneatipo, es decir, las salidas sanas, lo que mostraría una guía concreta de trabajo.

¿Sirve el eneagrama para conocer tu personalidad?

La frase “el mapa no es el territorio” creo que tiene muchísima utilidad cuando hablamos de eneagrama. Al final, cualquier etiqueta o mapa conceptual no son más que guías orientativas: son representaciones de la realidad, más o menos ajustadas, pero nunca son la realidad.

Además que por el momento no se ha podido demostrar que el eneagrama sea una herramienta con validez diagnóstica fiable. Es por ello que este mapa hay que cogerlo con muchas “pinzas”.

El que no tenga una clara validez diagnóstica no quiere decir que no tenga cierto interés ecológico a la hora de mirar el funcionamiento humano. Pero usar esta herramienta para encasillarse puede llevarnos a la justificación o desesperanza. Además del riesgo de banalización extrema de todo lo que se populariza en exceso.

Por todo esto convendría no usarlo nunca para colocarse una etiqueta fija e inmutable y mucho menos para colocársela a otros.

El motivo por el que no debemos tomar las etiquetas como la realidad es que, en realidad, la personalidad es mucho más dinámica de lo que parece. Aunque hay ciertas tendencias en la personalidad, ésta puede irse modificando con la experiencia de manera que nuestro autoconcepto se va ensanchando. Nuestro cerebro tiene mucha más neuroplasticidad de la que se creía.