Fases del duelo amoroso para superar una ruptura

Las fases del duelo en una ruptura

A menudo en nuestras vidas, experimentamos duelos de forma continua por diferentes motivos: despedidas de personas que se van lejos, etapas vitales que se cierran, trabajos que terminan… Por ello, es importante que tomemos conciencia de lo que supone un duelo y cuál es el curso natural hasta poder superarlo. El objetivo de un duelo es elaborar lo que supone la pérdida, poder aprender algo del tiempo compartido con lo que hemos perdido y mirar hacia delante para seguir con nuestra vida de forma satisfactoria. En este artículo, veremos más concretamente las fases de un duelo amoroso, un tema que está muy a la orden del día dada la instantaneidad de las relaciones a través de las redes sociales y las aplicaciones de citas.

Negación, incredulidad o shock

En esta primera fase, lo normal es entrar en un estado de congelación, de no dar crédito a lo que está sucediendo. Por ejemplo: “no puede ser que esto me esté pasando a mí”, “no me creo que vaya en serio con lo de dejarme” o “¿qué acabo de hacer cortando con mi pareja?”. Es como si, por un periodo de tiempo, no pudiésemos asumir la responsabilidad de lo que nos ha pasado ni las consecuencias que ello conlleva. Nos vemos momentáneamente desbordados por la tesitura de la situación y la decisión tomada por alguna de las dos partes. En esta fase, es importante darse tiempo y espacio a uno mismo para procesar y reposar la ruptura. O por lo menos empezar el proceso que va a suponer esta ruptura de pareja.

Ira

La ira es una emoción primaria cuyo objetivo es poner un límite y generar distancia con respecto al agente externo que nos hace sufrir o nos da miedo. Por ejemplo: “qué mala persona ha sido por dejarme”, “con todo lo que he dado por él/ella y ahora va y me deja”. Todavía no estamos preparados para ver cómo nos afecta a nosotros o lo que se nos mueve por dentro, por eso necesitamos poner la responsabilidad fuera y sacar nuestra rabia para quedarnos a gusto.

Aunque a veces la ira, si no se expresa hacia fuera, puede que se vuelva en nuestra contra y nos enfademos con nosotros mismos. “Soy un tonto por dejarla, ¿en qué estaría pensando?”, “lo he dado todo por mi pareja y aun así no ha servido de nada. ¿Cuándo aprenderé?”. En este caso, conviene que interioricemos la rabia hacia fuera, cambiando el foco y el objetivo de esta emoción hacia lo que nos ha hecho daño para que el duelo pueda avanzar. No significa que lo que expresemos desde la ira sea la verdad absoluta, sino que hay que expresar todo aquello que no fue dicho en el momento de la negación.

Negociación

Una vez hemos podido sacar esa ira y esa bilis que guardamos dentro, es el turno de dar un paso atrás y mirar con perspectiva la situación. Analizar cómo ha sido la relación para que hayamos llegado a este punto de romper, sin buscar culpables, solamente ver los momentos y factores que han llevado a que esta relación se deteriorase hasta tener que finalizar. Conforme observamos y nos damos cuenta de lo que falló, vamos asumiendo esa responsabilidad que en las fases anteriores no podíamos. Como por ejemplo: “pues puede ser que no le preguntase qué necesitaba en lugar de haberle dado todo”, “quizá no nos esforzamos por cultivar la chispa buscando planes nuevos”, “hubo discusiones en las que nos podríamos haber dicho las cosas de otra manera”.

Tristeza

En esta cuarta fase, aparece otra gran emoción primaria: la tristeza. La necesidad que subyace a la tristeza es elaborar la pérdida de algo que ya no volverá. Es una fase muy melancólica en la que empezamos a darnos cuenta de lo que hemos perdido y que no lo recuperaremos. La frase que podemos asociar a esta fase es la de “echo de menos…”, como suspirando lo que fue. Esta fase es la más dolorosa ya que conectamos con el dolor nuclear y la soledad que supone ya no estar con esa persona. Por ello, hay veces que querremos volver con la persona o pedir un último intento antes de cambiar. Pero esto no es real puesto que lo estamos diciendo desde el “no quiero quedarme solo/a”, no desde haber elaborado la pérdida y sentir que ya estamos en otra posición más sana para tener una relación amorosa.

Aceptación

Y llegamos, por fin, a la última fase: la aceptación de la ruptura. Hemos dado un espacio a poder procesar la pérdida de nuestra relación y hemos transitado por las fases del duelo anteriores de forma satisfactoria. Estamos en posición de agradecer a la otra persona la relación que hemos tenido y lo que nos ha aportado, perdonar (sobre todo a uno mismo) los posibles errores y aceptar que la relación amorosa ha terminado. Todo esto se nota en, tanto como nos miramos a nosotros mismos tras la relación, como en la manera en la que percibimos a la otra persona. Aparece también la compasión.

Por otra parte, aunque el duelo haya finalizado la cicatriz emocional va a seguir presente dentro de uno mismo. Esto es importante tenerlo presente a la hora de iniciar nuevos vínculos amorosos, ya que no queremos repetir aquello que nos dañó y no funcionó en el pasado. Lo que se pretende tras caminar por las fases del duelo es aprender de la relación que tuvimos y emplear esas lecciones en futuras relaciones.

¿Cómo saber en qué fase del duelo estás?

Conviene aclarar que las fases del duelo no son perfectamente lineales, es decir, hay momentos que podemos volver de una fase a otra o ir avanzando fases sin llegar a aceptar plenamente la ruptura amorosa. Cada persona tiene su ritmo de procesamiento interno y necesita un espacio para poder expresar y asimilar lo que ha supuesto la relación, como lo puede ser un espacio de psicoterapia. 

Una de las claves para tomar conciencia de la fase del duelo en la que se está es mirar qué emoción es la que más se hace presente o sentimos intensamente. Esto se puede averiguar a través de la pregunta: ¿qué siento que queda por decir? Por ejemplo: ¿Es algo que tiene más que ver con el enfado y sacar la ira? ¿Es más bien algo melancólico y triste? ¿Necesito evaluar cómo ha sido mi relación? ¿O sigo congelado frente a lo que ha pasado? Son algunas preguntas orientativas para acompañar el proceso y nos ayudarán a profundizar un poco en cada fase.

Otro elemento que suele ayudar a procesar y ver en qué fase puede que sigamos enganchados es escribir una carta a la otra persona (sin el objetivo de entregársela, es para uno mismo). En esa carta, expresaremos lo que necesitemos y que no podemos decirle a la otra persona. Es una forma de desahogo y de escucha de uno mismo, así como para resolver los asuntos internos que se han quedado pendientes.

Cómo superar una infidelidad de tu pareja

Las infidelidades de pareja son una de las grandes crisis que puede atravesar una relación.

¿Es posible superar una infidelidad?

Se trata de un hecho muy lesivo, que además suele provocar dolor en diferentes niveles, por un lado está el componente de la traición y pérdida de confianza, por otro lado, el descubrir el acontecimiento puede provocar shock o incredulidad.

Con todo, y aunque lo importante es que cada persona decida que quiere superar, perdonar y qué es motivo de ruptura, sí que puede superarse una experiencia de estas características, aunque para ello suele necesitarse que se den una serie de condiciones:

  • La persona que ha cometido la infidelidad ha de estar arrepentida, reconocer el daño que le causa a la otra persona y tratar de repararlo.
  • Las infidelidades han de interrumpirse y no seguir ocurriendo.
  • La persona víctima de la infidelidad ha de estar dispuesta a perdonar el suceso y trabajar en arreglar la relación.

Cómo superar una infidelidad en pareja

En primer lugar es importante que no se convierta en un tema tabú, que, a pesar de lo doloroso y las ganas de superarla, no corramos a “pasar página” o “dejar la infidelidad atrás” o “mirar hacia el futuro”. Es un suceso doloroso, en ocasiones traumático, y es importante poder hablar de ello lo que sea necesario. Muchas personas necesitan expresar o necesitan saber por qué ha ocurrido o cómo se ha dado la misma, además de las implicaciones que ha tenido (si sólo era sexual, afectiva…)

Por otro lado, también es importante ser honestos con si realmente se es capaz de aceptar lo ocurrido y se desea solucionar, y utilizar la infidelidad como “una baza” cada vez que haya un problema o discusión. Se puede hablar de la infidelidad, pero no para utilizarla como arma arrojadiza.

También es extremadamente importante, y con ello no se le quita responsabilidad ni justifica a quien la ha cometido, tratar de entender qué estaba pasando en la vida de pareja e individual cuando ocurrió la infidelidad, ya que muchas veces a través de ésta se manejan otro tipo de problemas, siendo una forma de evasión, compensación o gestión de los mismos (sentirse poco valorado, huir del malestar, venganza pasivo-agresiva…). Si a través de la misma se han manejado ciertos temas, resolverlos ayudará enormemente a que no vuelvan a ocurrir y a mejorar significativamente el clima relacional.

Con todo, no existe un manual común para todos sobre “cómo superar una infidelidad”, “cómo perdonar una infidelidad” o “cómo olvidar una infidelidad” sino que es un proceso que lleva su tiempo, en el que cada persona necesita una serie de cosas y que aún perdonándola y superándola, es un hecho que no se olvida y que queda una cicatriz.

Expresa cómo te sientes

Probablemente este sea uno de los aspectos cruciales, y normalmente cuando pensamos en esta idea, solemos pensar únicamente en “la víctima” y no también en la persona que ha sido infiel. Es extremadamente importante poder hablar de cómo se sienten los dos miembros de la pareja, y atender y dar un espacio a todos los sentimientos, no sólo los de rabia, pesar o culpa.

Las infidelidades, especialmente si son recurrentes o mantenidas en el tiempo, suelen darse en situaciones complejas, y generan sentimientos contradictorios (enfado y miedo, culpa y ansiedad, tristeza y rabia…) lo que suele hacer que cueste procesarlos emocionalmente, y que el cerebro tienda a enquistarse en ellos, apareciendo patrones obsesivos en los que no se puede parar de pensar o imaginar en la infidelidad. Expresar estos sentimientos y permitírselos sentir evita este proceso.

Además, ayudará a mejorar la confianza, seguridad, empatía y comunicación del clima de la pareja, lo que ayudará a que la relación mejore.

Sincérate con tu pareja

Cuando ocurre un suceso así de difícil, es fácil que la infidelidad eclipse todo lo demás que está ocurriendo en la relación y que enturbie o tape los sentimientos que tenemos hacia el otro. Es por eso que es importante hacer introspección para poder darnos cuenta de lo que necesitamos del otro, cómo nos sentimos, qué reglas o pautas necesitamos, valorar la necesidad de pedir ayuda y otras variables, que son extremadamente importante que comuniquemos con el otro.

Respeta tu espacio y date tiempo

Cuando ocurre algo tan doloroso, es muy tentador querer correr para “solucionar” el asunto, ya sea a través de la ruptura o del perdón, sin embargo, muchas veces estas urgencias son fruto de querer huir y tapar el dolor más que de un deseo real y de una toma de decisiones consciente. Es importante sentirse realmente libre para poder elegir en un tema tan transcendente y delicado, y para ello es importante tomarnos tiempo y dedicar esfuerzos y atención en ver cómo nos sentimos y que distintas necesidades tenemos al respecto. Ser pacientes, comprensivos y abiertos con uno mismo y con el otro, es uno de los pilares para poder reconstruir la relación.

Cómo ayudar a una persona con depresión

Cómo se puede ayudar a una persona con depresión es una de las preguntas que más se suele escuchar en terapia. La depresión es una dura realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo, no solo impacta en la vida de quienes la experimentan, sino que también plantea desafíos significativos para quienes buscan brindar apoyo. Cuando hablamos de depresión, nos referimos a un trastorno mental complejo que afecta significativamente el bienestar emocional y la calidad de vida de quienes la experimentan.

Esta problemática es una sombra que poco a poco va tiñendo todas las áreas y aspectos de la vida de una persona, afectando de manera notable en sus comportamientos, pensamientos y emociones. En este artículo exploraremos cómo ayudar a una persona con depresión y poder comprenderla.

Síntomas comunes en personas con depresión

La depresión es un complicado proceso emocional, que se manifiesta de diferentes maneras, pero siempre impactando de forma dolorosa en la vida de las personasLos síntomas pueden variar en intensidad según la persona, pero principalmente son:

  • Sentimientos de tristeza y vacío. La tristeza constante y profunda es un sello distintivo de la depresión, eclipsando la capacidad de experimentar alegría o placer. Asimismo, también se experimenta sentimientos como sensación de vacío o desesperanza constante.
  • Disminución del interés por actividades. La persona pierde el interés por actividades que antes eran agradables, o se deja de realizar actividades del día a día.
  • Cambios en el apetito. Debido a esto, se producen cambios en el peso, ya sea pérdida o aumento de peso.
  •  Cambios en el sueño. La depresión provoca problemas para conciliar el sueño, como el insomnio.
  • Sensación de fatiga. Es una sensación constante de falta de energía y de cansancio, lo que repercute en la motivación.
  • Sentimiento de inutilidad, de no valía y de culpa excesiva. Las personas presentan una baja autoestima, que viene acompañada de sentimientos dolorosos como no ser valido, ser insuficiente, o de no ser útil. También, suele aparecer sentimiento de culpa, por situaciones en las que, en realidad, no se tiene responsabilidad.
  • Dificultad para conectarse o para tomar decisiones. Se presenta mucha dificultad para prestar atención a algo, lo que repercute también a la hora de tomar decisiones, lo que provoca sentir inseguridad y ansiedad.
  • Pensamiento o ideas acerca del suicidio. En momentos graves, pueden aparecer pensamientos acerca de la muerte o del suicidio.

Pautas para ayudar a una persona con depresión

Aunque es positivo identificar o tomar conciencia de los síntomas para tratar a una persona con depresión, es relevante no quedarse en estos aspectos, si no explorar que hay debajo. Comprender el origen de la depresión, entender el por qué, va más allá de simplemente reconocer los síntomas manifestados. La toma de consciencia y el “darse cuenta” de lo que lo ha provocado, actúa como un componente significativo y curativo en este proceso.

Para ayudar a una persona con depresión es importante, más allá de las técnicas o enfoques terapéuticos, mostrar una actitud de empatía, autenticidad y aceptación incondicional hacia la persona que está sumida en la depresión, con el fin de ayudarla. Más allá de esto, hay ciertas pautas que facilitan el ayudar a personas con depresión.

Hazle saber que estás ahí

Las personas sumidas en la depresión tienden a aislarse, ya sea consciente o inconscientemente, alimentando un sentimiento de soledad que muchas veces genera más dolor. Hacer saber que estás ahí puede marcar una diferencia significativa. El sentir la calidez de alguien que está contigo, ayudándote a sostener esta pesada carga es algo muy emotivo y removedor para la persona.

Escucha sin juzgar

Sentirse escuchado, sin tener miedo a recibir algún tipo de juicio de valor, es una de las acciones más sanadoras que puede existir para la persona con depresión. Al escuchar de forma abierta e incondicional, intentando entender a la persona, se le brinda un espacio seguro y de apoyo donde poder expresarse, desahogándose y entrar en contacto con esas emociones dolorosas.

Reconoce sus emociones

La importancia de reconocer las emociones radica en el hecho de que permite a la persona sentirse comprendida y validada en su experiencia subjetiva. Este reconocimiento esencial no solo fortalece la conexión interpersonal, sino que también ayuda a la persona deprimida a desarrollar una mayor conciencia y comprensión de sus propias emociones.