Trastorno por atracón: causas y cómo tratarlo

5 Jul 2024

El trastorno por atracón se caracteriza por una ingesta de grandes cantidades de comida, más de lo que sería habitual en la persona, y de una forma compulsiva. A diferencia de trastornos como la bulimia o la anorexia nerviosa, en donde también se lleva a cabo una conducta desmedida en la ingesta de alimentos, tanto en exceso como en defecto, respectivamente, el trastorno por atracón no suele tener una conducta compensatoria tras la ingesta, como podría ser la purga (vómitos, laxantes…). También es importante diferenciar un atracón puntual, como podemos llevar a cabo en ciertas ocasiones como en celebraciones en donde podemos comer más de lo que comeríamos, de ciclos de atracones continuos, lo que conlleva unas consecuencias como un sentimiento de vergüenza o una falta de control al respecto.

¿Qué es el trastorno por atracón?

Podríamos definir el trastorno por atracón como una manifestación de un desequilibrio de la propia persona a nivel tanto personal como emocional, que la lleva a utilizar la comida como un ansiolítico o incluso una forma de evitar ciertas situaciones o experiencias en su vida. Se trata de un reflejo de las necesidades emocionales insatisfechas y los conflictos internos de la persona, más allá de una simple disfunción alimentaria.

Carl Rogers, en su teoría del yo, planteaba que cuando las personas experimentan incongruencia entre su yo real (lo que yo soy) y su yo ideal (lo que yo debería ser), pueden desarrollar comportamientos desadaptativos, como los atracones.

¿Por qué se dan estos atracones de comida?

Es común pensar en estas personas como personas muy preocupadas por el aspecto físico, principalmente con verse más delgadas o, lo que sería más correcto, no verse gordas. Pero hay algunos factores más profundos que subyacen en estos casos.

Por un lado, una gran necesidad de control. Probablemente recurrir a la comida puede ser un método de control frente a situaciones que no podemos controlar o que pueden ser desbordantes para nosotros. De esta forma, la persona puede controlar todas las posibilidades, ya que compra el tipo de comida que quiere, elige el momento y el lugar en el que lo hace y prepara todo lo necesario para realizar el atracón. Y todo esto genera una sensación de satisfacción, eso sí, todo hay que decirlo, esta sensación de satisfacción es solamente temporal, pues lo único que se consigue con este control es poder desconectar del miedo que genera enfrentar eso que está ocurriendo en su vida y a lo que no quiere mirar de frente.

Por otro lado, una autoexigencia con uno mismo desmesurada, en donde la persona se castiga y fustiga incesantemente porque no consigue alcanzar los criterios establecidos por uno mismo, criterios que suelen ser poco realistas y prácticamente inalcanzables, lo que desemboca en un agotamiento y una sensación de inutilidad real para la persona, ya que “nunca soy lo suficientemente bueno”.

El psicólogo Abraham Maslow sugería que la autoexigencia puede derivar de la no satisfacción adecuada de una de las necesidades básicas, como son la seguridad emocional o la pertenencia, razón de más para pararnos a mirar y reflexionar sobre lo que está pasando en nuestra vida.

De cualquier forma, lo que se pretende con todo esto es tapar lo que duele, no sentir el miedo, la vulnerabilidad, el rechazo o la ansiedad, reprimiendo ciertas emociones demasiado insostenibles, ya que, al no abordar la raíz del problema, el ciclo de conductas desadaptativas se va perpetuando hasta convertirse en la única forma que conoce la persona para poder sentirse (temporalmente) en calma.

Consecuencias del trastorno por atracón

Como se ha mencionado anteriormente, existe una incongruencia interna en la persona, esta incongruencia genera dos respuestas totalmente naturales, que son la culpa y la vergüenza. Por un lado, la culpa suele aparecer tras el episodio de atracón, cuando la persona siente que, tras todo lo elaborado del proceso, ha sido incapaz de controlar esta acción una vez más. Por otro lado, la vergüenza aparece cuando la persona recapacita y se plantea la realidad de sus acciones. Ambas respuestas tienen en común una posible desconexión entre sus acciones y lo que realmente quieren hacer, es decir, la parte más congruente con uno mismo.

También existe una falta de compasión hacia nosotros mismos. Al realizar estas conductas, aparece una experiencia emocional profunda y compleja relacionada con no merecer no ser digno de cariño, cuidado o comprensión, volviendo nuevamente a no ser lo suficientemente bueno, lo que desemboca en un autocastigo que refuerza el ciclo de culpa y vergüenza.

En muchas ocasiones, estas conductas se llevan de forma oculta, sin que nadie de su entorno sepa la realidad de la persona. Esto puede generar un sentimiento de soledad en la situación que está viviendo pues, al no poder compartir el problema, no tengo quien me acompañe en mi dolor.

Al mismo tiempo, la persona intenta suprimir o evitar experimentar ciertas emociones, lo que lleva a una represión emocional que, no solo no hace que las emociones que no se quieren sentir no desaparezcan, sino que genera que se manifiesten de otras formas, como una rabia desadaptativa, ansiedad o el tema que aquí nos trae, atracones con la comida.

Otra consecuencia importante sería el aislamiento social, en donde la persona se desconecta de su grupo social, perdiendo las relaciones importantes. La percepción de falta de comprensión y apoyo puede incrementar este aislamiento por parte de la persona afectada.

La pérdida de funcionalidad en el ámbito laboral también es una consecuencia seria e importante, principalmente si el problema incide en la realización de las tareas básicas que debe desempeñar la persona en su puesto de trabajo, pudiendo peligrar llegado a un momento dado.

Finalmente, pero no menos importante pueden aparecer enfermedades más médicas relacionadas como la hipertensión, la diabetes o riesgos cardiovasculares.

Tratamiento del trastorno por atracón

Por un lado, sería interesante identificar qué es lo que ocurre en mi vida cada vez que aparece el impulso del atracón. Muchas veces realizamos patrones sin siquiera darnos cuenta que desembocan en una misma acción que nos genera cierto bienestar. Si he tenido un mal día en el trabajo, si he tenido que enfrentarme con esa persona con la que tengo problemas, si he tenido que hacer algo que siento que tengo que hacer, pero que me está generando un gran malestar… Situaciones o momentos que hacen que me desestabilice y necesite buscar cierta calma, en este caso, a través del atracón. Para ello, realizar registros de qué está ocurriendo y cómo me siento en cada momento o, de ser posible, poder expresarlo a alguien cercano que pueda sostener y validar lo que estamos sintiendo.

Por otro lado, poder desarrollar una mayor comprensión y aceptación de uno mismo, pudiendo así ayudar a satisfacer las propias necesidades emocionales sin necesidad de llegar al acto compulsivo del atracón.

Otro punto importante es la red social de la que disponemos. Como se ha comentado anteriormente, es posible que estemos viéndonos cada vez más aislados, poder acogernos a personas con las que podamos contar, entender que pedirles ayuda es una elección y que está en nuestra mano, sentir que no pasamos por esto solos y que junto a alguien que marea por ti es más sencillo seguir adelante.

Finalmente, si te sientes identificado y no encuentras la forma de poder salir de esta situación, decirte que es posible, que hay una vía de escape, una salida hacia una forma más libre de vivir. La libertad de elección no ha de ser un lujo. No estás atrapado, y sí, tu problema tiene una solución, y la primera elección hacia un cuidado propio puede comenzar pidiendo ayuda.

Como el gran Viktor Frankl dijo: «Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino».